CARLOS ARTURO JARAMILLO MEJÍA
ROTARIO DE CORAZÓN,
POR AMISTAD Y POR SERVICIO
Don carlos es más que el típico colombiano padre de familia, abuelo,líder, amigo, jefe; es aquella voz de la experiencia que mucho ha vivido, creado y soñado, un hombre como muy pocos con espiritu joven, cuya sabiduria e inteligencia lo conviertieron en el presidente del Club Rotario de Itagüí en el periodo, 2014-2015.
Carlos Arturo Jaramillo Mejía con su hija Marlene |
Este apasionado de la música y la mecánica industrial, creció en el barrio La América rodeado de sus hermanos Elvira, Luis Horacio, Margarita, y María Eugenia. Fue mensajero de una farmacia y vendió los barquillos que fabricaban su madre y hermanas durante cuatro años. Un hombre alegre, calido, amigable, buen amigo y excelente padre. Sus hijos son su mayor orgullo, su mayor tesoro son el amor por la música que heredó de su madre Julia Mejía Correa y las enseñanzas de su padre Antonio José Murillo Diez, del cual aprendió a ser honrado y caval. Es un estudioso de tiempo completo, desde muy joven se interesó por leer sobre mecanica música y literatura.
Alegre y polifacético desde todos los ángulos, vivió en diferentes sitios de Antioquia, entre ellos Puerto Berrío, municipio en el que participó en la fundación del primer comité de deportes, allí estuvo vinculado a una pequeña emisora de radio, en la que fue locutor y cronista, cabe destacar que participó en la Liga Antioqueña de Ciclismo.
Sus recuerdos de infancia son tan ricos, tranquilos y felices como inigualables, vivía muy cerca de la Calle San Juan lugar por el que transitaban coches de caballos y funcionaba el tranvía eléctrico. De los viajes en ese medio de transporte don Carlos cuenta que un viaje en el interior de un vagón sobre rieles costaba cinco centavos y cubría lo que no eran considerados barrios sino fracciones de población, se viajaba desde y hacia las fracciones de belén la América y Aranjuez. Este particular medio de transporte fue reemplazado en 1949 por la Empresa Municipal de Buses.
En los años cincuenta, Medellín era según don Carlos un pueblo con cuerpo de bomberos, la mayoría de la gente se conocía entre sí, se practicaban políticas de buena vecindad. La iglesia ejercía un papel fundamental en la sociedad de la época, las señoras eran bastante recatadas y asistían a las ceremonias religiosas con un manto en la cabeza. La televisión aún estaba en proceso de expansión los programas se transmitían en vivo y en directo pero en un lazo de pocas horas al día, el medio de comunicación por excelencia en esos años era la radio, se podían escuchar programas de todas partes del mundo a través de la onda corta.
Todos los días en la tarde la familia se reunía a escuchar las aventuras del Capitán Cilver, un marinero que llegaba en su gran barco a los puertos de las regiones más recónditas del mundo y resolvía los problemas de las personas cuya tranquilidad estaba siendo agobiada por maleantes.
Carlos desde niño fue muy activo pero selectivo a la vez, tuvo pocos pero grandes amigos con los que se divertía jugando a las canicas, practicando fútbol o pasándola bien al son de la “Pelota Envenenada” un particular juego en el cuatro o cinco integrantes trataban de hacer ingresar un pelota de goma de dos pulgadas de diámetro en una pequeña cavidad, la persona que no logrará su objetivo era condenada a recibir una serie de pelotazos por parte de los ganadores. Pero no todo fue juegos y diversión, durante un largo periodo de su infancia Carlos padeció de una extrañó endurecimiento de la piel de las plantas de las manos y los pies, esto le producía sangrado y algunos puntos de infección. La extraña enfermedad hizo que sus compañeros de la escuela Pedro Gómez Botero lo persiguieran a pedradas y le colocaran apodos.
Carlos no terminó el colegio, se fue de la casa a los 16 años de edad, a los 25 ya estaba casado. De este feliz matrimonio con Esperanza Vallejo Escobar nacieron cinco hijos, María Teresa, Marlene, Jaime Arturo, Elizabeth y Juliana, cuenta feliz y con orgullo que tiene 9 nietos y 10 bisnietos.
Uno de los roles más importantes de la vida de don Carlos ha sido su experiencia como rotario, estilo de vida en el que incursionó en el 1972 a la edad de 31 años participando en las reuniones previas a la creación del Club Rotario El Carmen de Viboral. Tras haber hecho parte de varios clubes rotarios en Antioquia y después de empezar una exitosa carrera como industrial, un día don Carlos como muchos otros colombianos descubrió en Venezuela un lugar con mejor nivel de vida. Allí su carrera como rotario se desarrolló en el distrito 4370 en el Club Rotario Lecherías, en dicho club fue presidente dos veces. En la república bolivariana don Carlos trabajó en importantes empresas trasnacionales, entre ellas Owens Illinois consorcio norteamericano dueño de Peldar y Super Envases Envalic.
Poco a poco la seguridad, estabilidad y mejor nivel de vida del país vecino se fueron esfumando, fue así como en el 2005 después de vivir 30 años en Venezuela, Jaramillo regresó a Colombia con su esposa Esperanza y sus dos hijas Marlene y Juliana, se establecieron en el Municipio de Itagüí.
Don Carlos Arturo Jaramillo es un hombre carismático que inspira respeto pero al mismo tiempo confianza, es un hombre asequible al que diariamente se le acercan personas de todo tipo para felicitarlo por la funcionalidad de alguna de las máquinas de su taller industrial Hefectos el cual presta servicios de reparación y fabricación de piezas de máquinas.
Para don Carlos cada día trae su afán, es un hombre sencillo y descomplicado, es espontaneo sincero pero riguroso y dedicado con su trabajo. Para él la experiencia de ser rotario es no perderse la oportunidad de conocer mucha gente con grandes valores. Vive inmerso entre los libros de mecánica, una larga colección y recuerdos de grandes músicos colombianos, su familia y amigos.
Actualmente se encuentra leyendo una recopilación de cartas, manifiestos y discursos de Simón Bolivar, no le gusta la política.
En el Club Rotario Itagüí lleva 8 años, un día un amigo lo invitó a una reunión y desde entonces hace parte de este grupo de líderes, de sus compañeros admira al doctor José Mesa por su constancia, don de gente y espíritu solidario. Continúa siendo rotario por la amistad, el servicio y por la posibilidad de poder ampliar las expectativas profesionales. De la actividad rotaria dice “no es cambiar, es innovar en muchos aspectos reglamentarios”. Don Carlos tiene 74 años y una gran firmeza y fuerza de voluntad para seguir trabajando, de presidente a vicepresidente rotario, no tiene descanso y no le importa, sueña con cambiar por completo el equipo y la orientación del taller, le gustaría visitar la ciudad de Toledo en España por su desarrollo en el manejo del hierro en el área del forjado.
“La vida es un solo día hoy, el mundo es complejo en la medida que ignoramos o desconocemos las soluciones a los problemas de toda índole, debemos adentrarnos más en la filosofía rotaria y tratar de vivir en nuestra cotidianidad con esa filosofía”, dice don Carlos.
El Club Rotario Itagüí le ha dejado grandes satisfacciones, especialmente su periodo como presidente rotario 2014-2015. Durante su tiempo como presidente el cual terminó hace pocos días, este rotario recibió un gran número de reconocimientos en nombre del club, fue una bonita experiencia que se quedará por siempre en la mente de este gran ser humano.
Pero no todo en el Club ha sido felicidad, hace un par de años los rotarios pasaron por un momento difícil. Se murió Javier Piedrahita Santa, un hombre apreciado por muchas personas y a quien don Carlos recuerda muy especialmente por haber sido su apoyo antes de iniciar su periodo como presidente, “fue gobernador de distrito, un ejemplo como persona y fuente de conocimiento”, asegura don Carlos.
En medio del trabajo constante y mucha disciplina Carlos disfruta escuchando los boleros de Leo Marini, María Luisa Landín, El Trío Martino, Obdulio y Julián, entre otros.
“Es un gran ser humano, una persona muy sensible, es muy respetuoso del deseo del otro, nunca impone sus pensamientos, siempre te permite tomar tus propias decisiones. Como rotario es una persona absolutamente comprometida y enamorada del movimiento rotario, desde siempre ha hablado de Rotary.
El año como presidente fue todo un proceso de aprendizaje y acomodación, se adaptó a cada uno de sus compañeros, a sus inquietudes, siempre trató de mantenerse a la altura de los proyectos del club, lo que más le dio satisfacción fue la celebración de los cincuenta años y el apoyo de todos sus compañeros”, cuenta Marlene Jaramillo una de sus hijas y una rotaria más.
A este melómano empedernido que guarda las primeras letras y dibujos de sus hijas en su cancionero, éxitos en el nuevo periodo como vicepresidente del Club Rotario Itagüí, 2015-2016.